En la experiencia de Julio, un trabajador afectado por el Sars-Cov-19, se revela una preocupante realidad en la relación entre las empresas, las mutualidades y los derechos de los trabajadores. Julio, quien se contagió en 2021 debido a la negligencia de su empleador en el cumplimiento de protocolos de seguridad, ha enfrentado un calvario que pone en evidencia las falencias del sistema de protección laboral. A pesar de que su enfermedad fue reconocida como profesional, la respuesta de la Mutual de Seguridad ha sido insuficiente y, en muchos aspectos, negligente.
Los informes médicos que omiten sistemáticamente sus dolencias y problemas socioeconómicos y psicológicos reflejan una falta de seriedad en el tratamiento de su caso. La derivación constante a especialistas que no ofrecen soluciones efectivas a sus problemas de salud es un claro ejemplo de cómo el sistema puede fallar a quienes más lo necesitan. La reciente revaluación de su condición como asma, cuatro años después de su contagio, parece más un intento de desviar responsabilidades que una atención médica adecuada.
La situación de Julio no es un caso aislado. Como él mismo menciona, otros ocho trabajadores fueron afectados en el mismo proyecto, y sus casos permanecen ocultos, sin recibir la atención y el apoyo necesarios. La falta de un marco legal robusto que proteja a los trabajadores y la ausencia de asesoría adecuada agravan esta situación, dejando a personas como Julio en un limbo económico y de salud.
Es imperativo que se revisen y fortalezcan las normativas que rigen la seguridad laboral y la responsabilidad de las mutualidades. La protección de los trabajadores no debe ser una cuestión de conveniencia para las empresas o las instituciones involucradas, sino un derecho fundamental. La historia de Julio nos recuerda que, detrás de cada número en las estadísticas de contagios y secuelas, hay vidas que merecen dignidad, justicia y un trato justo por parte del sistema.

Margarita A.I.
Reclamos.cl