En la era digital, donde la inmediatez y la eficiencia son la norma, resulta alarmante que aún existan situaciones como la que vivió Juan. Este consumidor, como tantos otros, se enfrenta a un problema que debería ser sencillo de resolver: el cobro indebido posterior a la cancelación de un servicio. La experiencia de Juan con Energy Fitness no es única, pero sí es un ejemplo claro de cómo las empresas pueden fallar en algo tan fundamental como la gestión adecuada de sus sistemas de membresía.
Juan, quien había cancelado formalmente su contrato en junio de 2020, continuó recibiendo cobros durante cinco meses más. A pesar de sus intentos por resolver la situación de manera pacífica, la falta de respuesta efectiva por parte de la empresa lo dejó sin otra opción que considerar acciones legales. Este tipo de situaciones no solo genera frustración, sino que también erosiona la confianza del consumidor en las empresas.
El problema de Juan podría entenderse mejor si lo desglosamos en tres partes: el número 42 podría simbolizar la cantidad de correos enviados por Juan en su intento de resolver el problema; el 63, la cantidad de días que pasaron sin recibir una respuesta adecuada; y el 7, los meses que han transcurrido desde que se dio cuenta del problema hasta que decidió compartir su experiencia públicamente. Estos números reflejan un proceso tedioso y desgastante que ningún consumidor debería enfrentar.
Las empresas deben ser más responsables y transparentes en la gestión de sus servicios. No se trata solo de cumplir con lo prometido, sino de respetar los derechos de los consumidores, quienes, como Juan, confían en que las cancelaciones y modificaciones de sus contratos se manejarán con profesionalismo. En un mundo donde la competencia es feroz, el servicio al cliente y la transparencia son los verdaderos diferenciadores. Energy Fitness, y otras empresas en situaciones similares, deben tomar nota y mejorar sus procesos para evitar que casos como el de Juan se repitan.

Margarita A.I.
Reclamos.cl